miércoles, 27 de marzo de 2019

Atrabiliario

A su alrededor había esqueletos de muchos y diversos animales recientemente diseccionados y anatomizados por él, no porque despreciase a estas criaturas divinas sino para investigar la sede de esta atrabilis o melancolía.
Richard Burton, Anatomía de la melancolía

Nivel cero


Hay un punto en la vida, cuando Dante a la mitad de su vida vacila de entrar al infierno (el trabajo es salud, reza un cartel de entrada), el de Ismael si se pega un tiro o se embarca en la ballena blanca, el de Sebald en Vértigo cuando elige si sale de viaje como remedio natural a la depresión, a la melancolía o se ahora, el de Silanes arrojado de su casa, caminando mareado por la calle Las Heras, con su pulmotor ya sin pilas.

Pero vayamos a mi caso. Ayer martes 26 de marzo. Tirado en la cama, sin nada que me motivara, sin una opaca épica diría Nestor Sánchez que lo pusiera a escribir una nueva vida. Pero nada, ni la fuerza de la nostalgia, nada que nostalgiar, nada que produjera dolor por su ausencia.
Y siempre la infaltable cama, tirado en la cama, que es gratis, mientras el mundo sigue en el imparable, irresistible e irreversible tiempo, la saeta del tiempo.

Ayer quedé paralizado, me paralicé, la sensación de una corriente de agua, un río, el de Nietsche y Heráclito, avanza y avanza, juega sus cartas, te sanciona si no lo respetás, te cobra intereses, te embarga, corta servicios, te emplaza, pero por favor no niegues esa corriente del tiempo, su imparable flujo, sus aguas frías, torrentosas, llenas de futuridad.

Pero vamos al grano, a mi nivel cero, ayer llegué a ese punto cero, a ese punto donde uno no sabe si seguir o no seguir. Y no es la primera vez, con 65 años he llegado muchas veces a ese punto. No me he suicidado nunca, pero si han habido intentos, el area difusa de intentos, puede abarcar desde el tímido haberlo fugazmente pensado.
El primer intento fue a los doce años en el último grado de primaria, había insultado al presidente, mejor dicho lo había dibujado narigón, Frondizi se llamaba y en mi casa mi padre lo vivía insultando. Entonces yo lo dibujé, lo vio mi maestra, Morgui se llamaba, tengo una foto con ella, era hermosa, estaba enamorado en primer grado de ella. Y me llaman de dirección, el director, profesor Heredia, me dice que lo mío no podía ser, que le van a avisar a mi padre.
Cuando salgo de clase, escapo, o quiero llegar a mi casa, imagino mi suicidio,con un cuchillo que me lo apreto en la panza, ya no se si aquello sucedió o me lo imaginé, se que llego al atardecer a mi casa, que me han estado buscando. Mi padre me habla, pero no está enojado.
A partir de allí, el suicidio es siempre una de las soluciones a los problemas, imagino un tiro en la cabeza, nunca un veneno. Eso cientos de veces y asi me convierto en un amigo del suicidio nunca consumado.
Ahora en una situación, donde nada me motiva. Bueno me presento, yo soy escritor, antes fui militante y antes buscador de la verdad. Han sido mis tres identidades, no conozco otras.
Ahora no soy ni escritor, ni buscador de la verdad, ni militante. Soy un cero.